Justin Timberlake

Tiene cara de niño pícaro y, tal vez, lo es. Además, nació con la fortuna debajo del brazo… y el talento. Porque lo que nadie puede negar es que Justin Timberlake derrocha seducción en cada uno de los pasos que emprende en su dilatada carrera. Hay fans que prefieren olvidar sus inicios: presentador del Club Disney, desde los doce a los catorce años, junto a nombres tan conocidos como su futura novia, Britney Spears, Christina Aguilera o Keri Russell. Sin embargo, él absorbió cuanto pudo de su experiencia televisiva. Supo mirar con desparpajo a la cámara y rodearse de aquellos que apostaron por convertirle en una estrella.
El éxito le llegó con sus primeros escarceos musicales con el grupo N’Sync. Se incorporó cuando apenas contaba catorce años y, en 1999, ya tenían un álbum en el mercado, N’Sync. El éxito no se hizo esperar. Con ellos realizó tres discos antes de emprender valiente su carrera en solitario, en 2002, con el disco Justified, que vendió sólo en su primera semana en el mercado 439.000 copias. No se sabe si fue el boca a boca, o una promoción sin precedentes de su casa discográfica, pero a finales de 2003 el disco ya había vendido más de tres millones de copias en Estados Unidos… y cerca de ocho millones en todo el mundo. Se convirtió en el vocalista de moda, tanto que los Grammy se rindieron ante tu sensual manera de hacer música. Porque la seducción es la bandera de este hombre, que dice besar a los que quiere (a su público) con el alma.
Britney Spears y Justin Timberlake, viejos amigos, confirmaron su relación sentimental en 2000. Y no pudieron evitar despertar interés. Mucho y muy intenso. La princesa del pop y su príncipe se habían reencontrado. Pero los cuentos de hadas poco tienen que hacer en la turbulenta vida de las grandes discográficas. Rompieron en marzo de 2002, aunque tras esta ruptura que contó con raudales de lágrimas (por parte de Britney Spears) siguieron uno y otro lanzándose desde los medios mensajes no tan velados de amor… Hasta que en el camino de ella se cruzó Kevin Federline (quien, por cierto, trabajó como bailarín para N’Sync en la gala de los Grammy de 2002)… y en el camino de él Cameron Díaz. A pesar de su aire de chico duro, Justin Timberlake, y lo demuestra en las letras de sus canciones, es un romántico empedernido: “Yo sé si estoy enamorado cuando el primer pensamiento del día está dedicado a ella… y el último sigue siendo para ella”. Este joven, que ya poco tiene que ver con el niño Disney, exhala triunfo por los cuatro costados. En el amor y en su profesión. Lejos de alejarle de la popularidad el “incidente” con Janet Jackson en la Super Bowl (ante un gesto del cantante, Janet Jackson mostró en público una parte no esperada de su bella anatomía), logró que muchas miradas se volvieran hacia él, por su frescura y vitalidad, aunque él se considera un perfeccionista. Su segundo álbum en solitario, “Future Sex/Love Sounds” se lanzó en septiembre de 2006 e inmediatamente alguno de los singles se convirtió en número uno. Justin Timberlake está en la brecha. Lleva muchos años… y los que le quedan.