Máxima de Países Bajos es todo naturalidad y logra conjugar su faceta más institucional con su lado más cercano con gran maestría. Buena muestra de ello ha sido uno de sus recientes actos públicos donde Mambo, el caniche de la princesa Amalia, se ha colado en una audiencia de alto nivel que ha tenido lugar en el espectacular salón azul del Palacio Huis Ten Bosch, la residencia oficial del monarca y su familia.
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En un ambiente informal, la reina Máxima recibió a la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, con la que estuvo charlando sobre cómo los servicios financieros pueden contribuir a la salud económica de este país que forma parte de la alianza de los pequeños estados insulares en desarrollo al que pertenecen 39 islas y 18 miembros asociados de las comisiones regionales de las Naciones Unidas. Más que un encuentro entre dos mujeres de alto nivel, el encuentro parecía una agradable charla entre amigas. De hecho, la Reina no dudó en coger en brazos a su mascota, haciéndole partícipe de alguna manera del acto.
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Para la Familia Real neerlandesa, Mambo es un miembro imprescindible en su hogar y le hemos visto en muchos de los posados como, por ejemplo, en las sesiones de los Reyes y sus tres hijas con las que dan por inaugurada la temporada de Navidad y la de verano. Posando a los pies de su ama o en brazos de la Reina o las princesas, Mambo roba el protagonismo en cada una de sus apariciones.
Este simpático can, de rizado pelo blanco, llegó a la vida de Guillermo y Máxima con motivo del 50º cumpleaños del monarca y lo presentaron de manera oficial en el año 2001, coincidiendo con el Día de los Animales. Mambo se unía así a Skipper y Nala, los preciosos labradores que ya estaban en Palacio y que también han figurado en otras imágenes oficiales.
Máxima de Países Bajos sigue la estela de otras reinas que también hacían partícipes a sus perros de cenas de gala, reuniones, audiencias, posados oficiales y, por supuesto, celebraciones privadas. Isabel II era famosa por el amor que sentía por los corgi que andaban con total libertad por el Palacio de Buckingham y se convirtieron en sus mejores amigos. Margarita de Dinamarca acudía acompañada a banquetes de Estado antes de su abdicación por su gracioso teckel de pelo corto, quien ha sido su sombra y está más que acostumbrado al férreo protocolo palaciego.
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