CONSUEGRA
Un castillo y una docena de molinos en un cerro –el Calderico–, donde es fácil imaginar la hazaña más sonada de Don Quijote, le bastarían a esta localidad manchega para quedar enamorado de ella, ya desde bien lejos. Cuando uno se aproxima hay que visitar alguno de los molinos restaurados que conservan su maquinaria original, hacer la visita teatralizada a la fortaleza de la Muela (consuegra.es), contemplar las vistas y seguir descubriendo, porque Consuegra tiene muchos otros rincones imprescindibles. Empezando por la plaza de España, con sus corredores, balconadas y soportales tradicionales y continuando por las calles de trazado medieval que parten de ella, adornadas de antiguas casonas rematadas con escudos nobiliarios y rejerías, además de iglesias como la del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, con su fachada de mármol.
Para los que quieran hacer una parada gastro en el Restaurante Alfar (restaurantealfar.com) elaboran recetas típicas manchegas en un antiguo taller de alfareros del siglo XIX. Una de las mejores épocas para acercarse a esta localidad manchega es el otoño, cuando sus campos se tiñen de púrpura por la flor del azafrán y se celebra la Fiesta de la Rosa del Azafrán con un montón de actividades, concursos de monda y degustaciones de platos típicos elaborados con esta especia, la más cara del mundo.
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