Las calles empedradas, las casas de pizarra, las fuentes, los lavaderos, los prados, las sendas…, en estas pequeñas localidades disfrutarás de la vida rural y de la naturaleza más extraordinaria de la región.
PATONES
Con sus callejuelas empedradas, sus vetustas casas de pizarra negra y la naturaleza rodeando su entorno, Patones es la escapada perfecta de un día, a solo una hora de la capital. Como es pequeño y recogido, habrá que dejar el coche en el aparcamiento de Patones de Abajo para subir andando, tras un pequeño esfuerzo, hasta el pueblo que está en lo alto. Caminando por sus calles, a cada paso se descubre un rincón más encantador, también se ven los antiguos lavaderos y la antigua iglesia de San José, reconvertida en una sala de exposiciones. Si los restos de tinados y otras construcciones en sus alrededores revelan la actividad pastoril del pasado, las montañas de los alrededores son ideales para practicar senderismo, espeleología o bicicleta de montaña. Imprescindible reservar para probar la gastronomía de la zona en alguno de sus restaurantes, como El Poleo (elpoleo.com) o el Rey de Patones (reydepatones.com), donde los asados triunfan en la mesa.
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