Si tienes ‘alma de ratoncillo’ y adoras el universo quesero, seguro que los quesos franceses ocupan un lugar especial entre tus favoritos. Tantos tipos y variedades producen en el país galo (entre 350 y 400) que se dice que los franceses podrían comer cada día del año un queso diferente. De entre todos ellos, nos quedamos hoy con uno de los más populares y conocidos a nivel mundial: el camembert.
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Una delicia que se enmarca dentro de los llamados quesos de pasta blanda, elaborados con leche de vaca. Quizá a primera vista pueda parecernos muy similar a otra celebrity quesera con acento francés: su primo hermano, el queso brie. Son de la misma familia, sí, pero presentan algunas diferencias importantes:
- Mientras el camembert se produce en Normandía (noroeste de Francia), la elaboración el brie se concentra en la región Thiérache Brie ubicada al norte del país.
- El camembert (al auténtico, con sus sellos de Apellation d´Origine) suele venderse en una sola pieza redonda, de unos 250 gramos, y se presenta normalmente en cajas circulares de madera. Por su parte, el brie suele elaborarse en discos de mayor tamaño (de 1 a 3 kilos), y se comercializa muchas veces en piezas triangulares, tipo cuña.
- Respecto al sabor, ambos recuerdan a la mantequilla, pero el camembert cuenta con un aroma algo afrutado, y su corteza aporta notas a setas. El brie, sin embargo, apunta más a frutos secos tostados.
- El contenido graso también difiere: mientras que en el camembert ronda 45%, el brie puede alcanzar el 60%.
Ahora que hemos aprendido a distinguir a nuestro protagonista de hoy, el camembert, es hora de disfrutarlo. Simplemente, acompañado de unas nueces y unas frutas (frescas o secas) resulta delicioso. Pero, por supuesto, también podemos utilizarlo como ingrediente de recetas saladas y dulces (ensaladas, recetas al horno, postres…). Aquí debajo os proponemos algunas ideas. Para acceder a su modo de elaboración solo tienes que clicar sobre sus nombres. ¡Bon appétit!
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