En público padre e hijo se mostraban sin fisuras, pero en privado su relación era cada vez más difícil. Para entender la situación que se vivió en la Casa Real noruega a raíz de la controvertida relación entre Harald y Sonia en los años sesenta hay que tener en cuenta los antecedentes del príncipe heredero. Tanto su abuelo, el electo rey Haakon VII, como su padre, el rey Olav V, habían hecho muchos sacrificios, habían atravesado dos guerras mundiales y sostenido un gobierno en el exilio. Por otro lado, los matrimonios reales eran un asunto de Estado en el que mediaban alianzas estratégicas: la madre de Harald era princesa de Suecia y su abuela era hija del rey británico Eduardo VII. Así había sido siempre y el rey Olav, el padre de Harald, había tenido un matrimonio feliz hasta la muerte de la princesa, después ascendió al trono y siempre fue un rey viudo. En esa línea, se esperaba que Harald se casara con alguna princesa de su generación y sonaron los nombres de Sofía de Grecia (después Reina de España) y de Margarita de Suecia (hermana del actual rey Carlos Gustavo de Suecia)