En tiempos donde la cocina ‘healthy’ y la preocupación por la salud está más presente que nunca, la palabra ‘fritura’ no es precisamente la más popular de la clase… Sin embargo, lo cierto es que si esta técnica culinaria se aplica de manera adecuada, no tiene por qué demonizarse ni estar reñida con una alimentación sana. En este sentido, uno de los primeros factores a tener en cuenta para conseguir buenos resultados es la naturaleza del aceite que vamos a emplear a la hora de freír los alimentos…
Si pensamos en el mejor aceite imaginable del que disponemos hoy día en el mercado, es inevitable que salga a relucir el nombre del Aceite de Oliva Virgen Extra. Ningún otro puede competir con él en lo relativo a la calidad, sabor, propiedades saludables y organolépticas… Es por ello que, usado en crudo, resulta imbatible. ¿Pero, realmente compensa utilizarlo para freír? En realidad, ocurre que cuando el Virgen Extra alcanza temperaturas elevadas, va perdiendo esas características tan interesantes a nivel nutricional (vinculadas a la prevención de enfermedades cardiovasculares, etc…). Además, las frituras requieren de bastante cantidad de aceite, y el Virgen Extra no es precisamente el más económico del mercado.
Así, muchas veces, es habitual utilizar como alternativa el aceite de girasol, más barato y, además, de sabor más neutro. Algo que no deja de resultar curioso, cuando nuestro olivar nos proporciona otro aceite que también es asequible, también es neutro y, según estudios científicos, ofrece propiedades saludables. Hablamos del Aceite de Orujo de Oliva, una de las mejores alternativas para hacer frituras y que, no obstante, resulta menos conocido de lo deseable…. Así pues, quizá sería conveniente aclarar primero de dónde viene y cómo se produce este aceite:
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