Razones para redescubrir Salamanca una y otra vez

No importa las veces que hayas estado en esta ciudad animada y turística donde las haya. Resulta que Salamanca siempre tiene razones para pedirte que vuelvas. Tanto si eres repetidor –estudiantil o no- como si es tu primera vez, toma nota de algunas sugerencias que no deberías pasar por alto.

Por Javier Prieto Gallego

RECORRIDOS DE ALTURA 

Pues, para empezar, los mismísimos cielos de una ciudad que presume de cielos limpios y luminosos. Hay varios lugares en los que subirse a las alturas salmantinas -«Soto de altas torres», que decía Unamuno- para disfrutar de ella a vista de cigüeña. Ieronimus (ieronimus.es), o lo que es lo mismo, el recorrido que se brinda por las alturas de las catedrales Vieja y Nueva, fue una propuesta pionera en su momento, abrir lo que nunca se enseñaba a los turistas y brindarles el éxtasis de unas panorámicas que hasta entonces solo parecían reservadas a las palomas o al Mariquelo, el único personaje autorizado a subirse una vez al año a lo alto de la torre para comprobar que su inclinación era la correcta y no tenía daños estructurales.  

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El recorrido (4 €) da comienzo en la estancia más hermética y temible de la torre Mocha, la mazmorra construida en su base, y va trepando hasta asomarse a las dos terrazas catedralicias –las de la Vieja y la Nueva-. Inolvidable la vista que se tiene del retablo que adorna la nave principal de la catedral Vieja: un álbum de cromos en todo su esplendor, 52 tablas que explican paso a paso la vida de Cristo y la Virgen. Por su técnica y calidad es una de las obras más sobresalientes de Europa en su género.  

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Si te ha gustado la experiencia, otra escalera de altura es, como dice su nombre, Scala Coeli –escalera a los cielos- (torresdelaclerecia.com), la singular escalera que recorre el interior de una de las torres de La Clerecía hasta llevarte a lo más alto (3,75 €). La vista de Salamanca merece el esfuerzo y, además, sirve para adentrarse en el conocimiento de otro de los hitos monumentales de la ciudad, el colegio de la Real Compañía de Jesús, justo enfrente de la también imprescindible Casa de las Conchas.  

EL OTRO CIELO DE SALAMANCA 

Como vamos en busca de rinconcillos conocidos o no tanto en esta ciudad se nos ocurre que otra forma de acercarnos al cielo salmantino, en este caso a la cúpula celeste, es visitando el recoleto patio de Escuelas Menores, frente a la Universidad. En uno de sus espacios se localiza otro cielo, “el Cielo de Salamanca”, un mural del siglo XV con la representación del cosmos. Su ubicación original estuvo en el techo de la biblioteca de la Universidad, oculta durante mucho tiempo tras una bóveda hasta su descubrimiento a mediados del siglo XX. Lo que muestra es la representación de las constelaciones de los signos del Zodiaco.  

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CASA MUSEO LIS  

A primera vista sorprende descubrir una joya modernista de este calibre, una delicia casi etérea de hierro y cristal, en una ciudad tan marcada por la monumentalidad de sus edificios más famosos: catedrales, universidades, palacios... Por eso, dar un paseo por entre las porcelanas, vidrieras y salas de la Casa Lis (museocasalis.org) es una estupenda forma de recuperar fuerzas después de tanta escalera y piedra de Villamayor. El edificio fue un capricho del industrial salmantino Miguel de Lis de la Puebla, tan enamorado del Art Noveau y Art Déco como para encargar una mansión de estas características sobre las antiguas murallas de Salamanca y asomada a las orillas del Tormes. Entrada: 5 €.  

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MUSEO DEL AUTOMÓVIL Y FÁBRICA DE HARINAS 

Ya que estás por la zona, te proponemos un par museos atípicos más: el Museo del Automóvil (museoautomocion.com) y la Fábrica de Harinas (hotelcasinodeltormes.es. Gratis). El primero, ubicado en las naves de un antiguo molino, consiste en una espectacular colección con más de 100 coches y motocicletas clásicos donados por distintos coleccionistas. No hace falta –para nada- ser un fan del motor para disfrutar como un niño entre estas auténticas joyas de la ingeniería y el diseño de las cuatro ruedas. Entrada: 5€. Junto al puente romano queda la antigua Fábrica de Harinas El Sur, recuperada para su uso como establecimiento hotelero y espacio museístico. La parte del museo conserva la maquinaria original y el recorrido por sus tres pisos instruye sobre cómo se llevaba a cabo el complejo proceso de convertir el grano en harina. Un delicioso viaje en el tiempo que ofrece, además, unas originales vistas del casco histórico salmantino. 

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TRADICIONES SALMANTINAS 

Segurísimo que ya sabes que las visitas a Salamanca están plagadas de tradiciones que más que tradiciones parecen obligaciones, como antes lo fueron los cabezazos de los peregrinos en el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago. En Salamanca, ya sabes: buscar la rana –en realidad, un sapo- sobre una calavera en la fachada de la Universidad. Encontrarla sin ayuda promete suerte y exámenes aprobados. De todas formas, volvemos a citar a Unamuno: «No es lo malo que vean la rana, sino que no vean más que la rana». Es decir, aprovecha para disfrutar de esta bellísima portada plateresca repleta de detalles.  

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Y seguro que también has oído hablar de la figura del llamativo astronauta en la puerta de Ramos de la catedral Nueva. Por si te llama la atención, esta figura fue añadida a la fachada en 1993 durante una restauración para que quedara constancia de la época en que se ejecutaron estas obras. Otra tradición de las visitas salmantinas, esta para parejas románticas, es darse un paseo por el Huerto de Calixto y Melibea. Se llama así porque está inspirado en la ambientación de algunas escenas de la obra de Fernando de Rojas, La Celestina. Aquí lo suyo es dejar sellado un pacto de amor cerrando un candado con los nombres sobre el brocal del pozo. Con amores o sin ellos, este rincón salmantino es un oasis perfecto y con mucho encanto, ideal para un pequeño descanso entre visita y visita. Además, ubicado sobre la muralla, goza de unas espectaculares vistas de la ciudad. 

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BARRIO DEL OESTE 

Si ya has cumplido con el circuito más o menos clásico de las visitas a Salamanca (Plaza Mayor-Casa de las Conchas-La Clerecía-Universidad-Catedrales-Convento de San Esteban-Casa Lis-Puente romano) puede ser un buen momento para descubrir una cara mucho más contemporánea y dinámica de la capital salmantina: el Barrio del Oeste, una especie de Far West del arte y la creatividad que sirve de contrapeso al corazón pétreo de la ciudad. Todo empezó hace unos años cuando la asociación vecinal ZOES, decidida a revitalizar este ensanche de Salamanca que llevaba arrastrando problemas de urbanismo desde hacía décadas dio con la idea de convertirlo en una galería de arte urbano permanente (galeriaurbanabarriooeste.es). Es así como a 1 kilómetro de la plaza Mayor salmantina las puertas de los garajes pasaron a convertirse en imaginativos lienzos a los que luego seguirían fachadas enteras de edificios o cualquier mobiliario urbano que se pusiera a tiro. 

Una forma de no perderse nada de lo que va floreciendo año a año es descargándose la aplicación (app.galeriaurbanasalamanca.es). También hay diseñadas dos rutas –una larga y una corta- que hilvanan el reguero de propuestas en función del tiempo disponible (galeriaurbanasalamanca.es). El centro neurálgico de toda esta efervescencia cultural es la plaza del Oeste. Y un buen sitio para entrar en situación y comer algo es La Salchichería (corteycata.es), cuyos suelos de cerámica hidráulica recuerdan los tiempos en los que fue carnicería y tienda de ultramarinos. 

TAPAS Y MÁS 

De la misma manera que una visita a Salamanca debe de ir más allá de la calavera y la rana, en lo del comer no hay por qué quedarse en el típico hornazo, esa sabrosa especie de empanada rellena de embutido ibérico, jamón y lomo adobado. Aunque si es tu primera vez, no deberías saltártelo de ninguna manera. Lo cierto es que en esta ciudad apabulla lo mucho y bueno que hay para disfrutar sentándose a una mesa. Aquí lo que angustia es pensar que un fin de semana tampoco da para probarlo todo. Así que es obligada la selección. 

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Si estas por la plaza Mayor tienes, por supuesto, un clásico entre los clásicos como es el Café Novelty (cafenovelty.com), en marcha desde 1905. Mítico café literario en el que puedes degustar uno de sus helados artesanos acompañado a la mesa por la estatua en bronce del escritor Gonzalo Torrente Ballester. En la misma plaza también queda Las Tapas de Gonzalo, especialista en patatas bravas, pero con más de 30 tapas diferentes a elegir a cual más sublime. En tu recorrido también puedes incluir Tapas 2.0 ( Felipe Espino, 10), gastrotasca con sol en la guía Repsol, y Tapas 3.0 (tapastrespuntocero.es), con su propia interpretación de las bravas y otras delicias. Otra opción es, por supuesto, dejarte llevar por tu instinto a lo largo de la calle Van Dyck, tradicional vía del tapeo de toda la vida. 

Para comer, Víctor Gutiérrez (restaurantevictorgutierrez.com) –cocinero con dos estrellas Michelín- ofrece en su restaurante una comida fusión de altura que se basa en los aires de su Perú natal y elabora con selectos productos locales. Casa Paca (casapaca.com), restaurante de ambiente familiar es mucho más que sus deliciosas chuletillas de cabrito. Origen (origen-restaurante.com), especialista en embutidos ibéricos y con sabrosuras como su hamburguesa de presa ibérica caramelizada es otro de los restaurantes que podrías apuntar en tu lista. Por último, para una rica merienda o un almuerzo cargapilas, con una amplísima carta de zumos, helados, batidos combinados, smoothies, chocolates o cervezas especiales, El Mandala (salamancamandala.com) es un sitio de lo más recomendable.