GRANADA

La Alhambra a través de los ojos de una arquitecta

Es uno de esos imprescindibles que no pueden faltar en el «haber» de todo viajero. Con menos visitantes todavía, es el momento de ir, o de volver, y redescubrirla a través de la mirada de una arquitecta «alhambreña».

Por Elena del Amo

«Atodo el mundo le sorprende que la Alhambra no sea un palacio o un conjunto de palacios», apunta la arquitecta e hija de «alhambreño» Blanca Espigares. «Era, y todavía sigue siendo en gran medida, una ciudad independiente que empezó a construirse en el siglo XIII y desde entonces no ha dejado de estar habitada. Si antaño dentro de sus murallas había hornos, escuelas, talleres y huertos para alimentar a sus habitantes, hoy aún hay un barrio en su interior –añade–, con casas de vecinos, algunos bares y tiendas. Una precisamente es de mi tía, con quien rara vez dejo de cruzarme cada vez que subo por aquí con viajeros interesados en descubrir aspectos de la Alhambra que pasan desapercibidos muchas veces, pero que son cruciales para entenderla».

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Criada entre los muros de la ciudad nazarí, Blanca (masquetours.com) pertenece a Guiding Architects, una red de compañías independientes, cuyos guías descifran cada lugar con una mirada distinta a los tours convencionales. Trabaja por toda Andalucía, pero la Alhambra de Granada es lo que más le gusta mostrar. «Crecí jugando por aquí con mis primas; es como si enseñara mi casa».

Según esta también doctora por la Universidad de Granada, que la Alhambra haya estado siempre habitada es uno de los motivos por los cuales se ha conservado tan bien. Isabel la Católica, tras arrebatársela a Boabdil, se enamoró a tal punto de ella que se negó a destruirla. ¡Ni siquiera los versos del Corán y las loas a Alá tallados en sus estucos! De hecho, su primera sepultura estuvo en el interior del recinto. Puede admirarse dentro del hoy Parador, en la qubba de un antiguo palacio nazarí transformado en convento franciscano tras la toma de Granada por los Reyes Católicos, en 1492.

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Quien también amó la Alhambra fue su nieto Carlos V, que vivió aquí sus años más felices. Recién llegado de Flandes, a este hijo de Juana la Loca lo casaron con su prima, Isabel de Portugal. En su viaje para conocer España, la pareja se quedó en Granada mucho más de lo previsto. Contra todo pronóstico, este matrimonio amañado fue dichoso desde sus inicios, que arrancaron con una luna de miel de cinco meses; ella instalada con sus damas en el palacio de Comares de la Alhambra, y él, en la zona del Patio de los Leones.

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Descubre las maravillas del monumento más visitado de España con este tour guiado en español por los Palacios Nazaríes de la Alhambra y los Jardines de El Generalife.

«El problema –apunta la arquitecta– es que no sabían usar los espacios de los musulmanes. En la corte no estaban acostumbrados a vivir en salas diáfanas y multifuncionales como las de sus anteriores ocupantes». Por eso, Carlos V mandó erigir un palacio renacentista a un extremo del Patio de los Arrayanes. Para algunos, su estética rompe por completo con el conjunto nazarí. Para Blanca, sin embargo, fue su salvación: «Los sitios que no se habitan, se arruinan, y esa podría haber sido la fortuna de la ciudadela de no haberse construido un lugar al que pudieran seguir viniendo los reyes en el futuro. Como la Alhambra se continuó usando, se conservó».

Felipe V, ya no de la Casa de Austria sino Borbón, la despreciaba y ordenó abandonarla. Pero luego iría llegando esa gente sin otro lugar donde vivir que, como pudo, fue reparando aquí una gotera, allá un muro de adobe que se derrumbaba… Cierto que dañaron sus edificios, pero también los libraron de caerse a pedazos cuando esta joya Patrimonio de la Humanidad y Monumento Nacional desde hace 150 años no le importaba a nadie.

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Entrada a la Alhambra sin colas

«Mi tatarabuelo Abelardo Linares le compró probablemente su casa a uno de aquellos «okupas». Fotógrafo y viajero, se ganaba la vida vendiendo postales que él mismo hacía, y retratando disfrazados de moros a los primeros turistas que atrajeron los Cuentos de la Alhambra de Washington Irving», recuerda esta guía-arquitecta, en cuyas visitas, siempre cargada con viejas fotos y planos para ayudar a entender, trenza sus historias de familia con la perfección matemática de mocárabes y cúpulas, los poemas árabes que adornan paredes y suelos, los significados de las flores del Generalife, y tantas otras claves con las que revivir el mejor legado del Reino nazarí a través de cada una de sus épocas.

Siempre es un buen momento para acercarse al segundo monumento más visitado de España, por detrás de la Sagrada Familia, pero ahora, sin que el gentío impida escuchar el borboteo de sus fuentes, sus palacios y jardines se disfrutan mucho más.