MENORCA

De Mahón al Parque Natural de la Albufera des Grau en manos de la naturaleza

Uno de los puertos más grandes del mundo en una ciudad repleta de encantos, y un parque natural de más de cinco mil hectáreas separados por 15 minutos de carretera. Esta pequeña ruta hace tres paradas entre la capital y su entorno, y es toda una invitación a reconciliarse con el significado original del concepto paraíso.

Por Use Lahoz

PRIMERA PARADA: LA CAPITAL

Arraigada a sus tradiciones y a su espíritu marinero, la capital de Menorca es una buena puerta de entrada a una isla magníficamente conservada. Mahón no está acostumbrada a que el invierno se prolongue demasiado. El mistral y la tramontana se encargan de despejar los cielos y extender óptimas temperaturas y perfumes de la variada vegetación que la rodea en cualquier época del año.

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Motor cultural de la isla (menorca.es), esta ciudad de menos de 30.000 habitantes, parece dividida entre el puerto y la villa, pero solo en apariencia, porque enseguida se comprende que son indisolubles. Entre ambos, el enlace más utilizado es la Costa de ses Voltes, una sutil avenida abrazada por los jardines del parque Rochina. Dos mercados dotan de vitalidad el centro histórico: La Pescadería, mitad mercado tradicional de pescado, mitad mercado gastronómico, se complementa bien con Sa Plaça o el Mercado del Claustro, que exhibe irresistibles productos autóctonos (ensaimadas, sobrasada, quesos...). Desde estas alturas se obtienen las mejores panorámicas de un puerto que, con sus más de seis kilómetros de longitud, es uno de los más grandes del mundo. En la entrada del puerto la Fortaleza de la Mola (fortalesalamola.com) es visita imprescindible, además desde ella se obtienen las vistas más bellas de la bahía.

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La iglesia de Santa María, del siglo XVIII, se impone entre la plaza de la Conquista y la de la Constitución, donde la presencia del ayuntamiento la hace muy transitada. Por las calles colindantes fluye la vida del Mahón más natural, que permite descubrir huellas del pasado inglés en los balcones acristalados de algunos edificios y en el que conviene prestar atención al Teatro Principal (el más antiguo de España, de 1829) y a la casa-museo Can‘ Oliver (de 1805).

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SEGUNDA PARADA: LA ALBUFERA DES GRAU

En el mismo término municipal de Mahón se encuentra el Parque Natural de S´Albufera des Grau (ca.balearsnatura.com), que abarca una laguna, la isla de Colom y el cabo de Favaritx. Más de cinco mil hectáreas protegidas en las que se concentran cinco reservas naturales. Un espacio privilegiado de la Biosfera que alterna zonas húmedas, terrenos agrícolas, bosques y un litoral de playas e islotes a todas luces deslumbrante.

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De fácil acceso en coche, una vez en el parque, con el silencio como mejor compañía, conviene seguir los dos itinerarios sugeridos para disfrutar de sus recorridos a pie y, sobre todo, de sus miradores –bien equipados de prismáticos–, en los que dedicarse al avistamiento de las aves y las especies endémicas que se deleitan en la serenidad de la laguna.

Hay que acercarse a la playa de Es Grau. Tiene el acceso más cómodo y la mejor disposición para recibir niños, dada su poca profundidad. Dividida por el saliente rocoso llamado Des Marbres, es larga y estrecha, y en ella confluyen el agua dulce de la laguna y el mar. Desde allí se puede acceder en kayak a la isla de Colom.

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TERCERA PARADA: EL FARO DE FAVARITX

En el cabo de Favaritx se despliegan dos opciones: la visita del faro por un lado y la visita de las calas por otro. El faro es un monumento histórico emblemático cuya construcción se remonta a 1922. La torre tiene 33 metros de altura y fue la primera de un faro construido en hormigón en las Islas Baleares.

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Para los amantes del trekking, una de las excursiones más agradables es la que va desde el cabo de Favaritx hasta la playa de Es Grau. Hay que seguir la ruta del Camí de Cavalls, que lleva a cala Presili y a cala Tortuga y atravesar durante seis kilómetros un tierno paisaje de playas vírgenes y, por supuesto, dunas, uno de los elementos naturales más valiosos de este litoral, hábitat de un buen número de especies vegetales, y que sirven también de refugio de especies animales, como la tortuga de tierra, todo un símbolo de la isla, pues es habitual encontrarlas en los bordes de muchos caminos. La ruta transita entre carrizos, sabinas, barrones, nardos y cardos marítimos, y guarda sobrecogedoras bienvenidas a playas, como el arenal de Morella (o Cala Tortuga), donde se abre el interrogante del mar, esa desmesura que reduce cualquier asombro.

PARA ALOJARSE

El hotel boutiquePetit Maó (hotelpetitmao.com) condensa sencillez y encanto con vocación sostenible. Solo seis habitaciones en una casa señorial del siglo XVIII, con piscina cubierta, jardín, biblioteca. Además ofrece alquiler de bicicletas. Otro hotel boutique recomendable es Casa Ládico (boutiquehotelcasaladico.com) en el centro histórico donde conviven detalles arquitectónicos del siglo XIX (fecha de la construcción del edificio) y una decoración contemporánea. Con piscina exterior y spa privado. Para los que prefieren un only adults el Barceló Hamilton Menorca (barcelo.com) en el puerto. Un hotel de última generación impregnado del espíritu mediterráneo.

PARA COMER

Un referente del puerto de Mahón es el restaurante Jágaro. Son famosas sus calderetas de langosta pero aún más la langosta frita al huevo, su plato estrella. También Can Bernat des Graus, una masía a dos pasos del mar especialista en pescado fresco de la isla y en platos tradicionales de la cocina menorquina como caldereta o perol de pescado. El restaurante Ses Forniquilles (sesforquilles.com) ofrece tapas gourmet y amplia carta de vinos en un moderno local con paredes rojas para exposiciones de arte y bodega.