Los duques de Sussex desafían a la Casa Real británica y llaman 'princesa' a su hija Lilibet en su bautizo

La pequeña, de 21 meses, recibió las aguas bautismales en una ceremonia íntima que tuvo lugar en la mansión familiar de California y a la que faltaron los reyes Carlos y Camilla y los príncipes de Gales

Por Beatriz Castrillo

El príncipe Harry y Meghan Markle han bautizado a su hija menor Lilibet. La ceremonia íntima tuvo lugar el 3 de marzo en su casa de Montecito (California) y fue celebrada por el rito de la Iglesia Episcopal, que pertenece  a la Comunión Anglicana, la misma fe que profesa su padre. Con esta ceremonia, los duques de Sussex desafían, una vez más, a la Casa Real británica al llamar a su pequeña 'princesa', un título que la Corona no le ha reconocido a ella a pesar de que sí le corresponde por ser nieta del monarca. 

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La  pequeña, que ya tiene 21 meses, recibió las aguas bautismales siguiendo la religión de su familia paterna. "Puedo confirmar que la princesa Lilibet Diana fue bautizada el viernes 3 de marzo por el arzobispo de Los Ángeles", según ha confirmado un portavoz de los duques de Sussex a People

Llama la atención el uso que se hace de la palabra princesa, pues hasta ahora la pareja llamaba simplemente Lilibet o Lili a su pequeña. Sin embargo, Harry y Meghan siempre han expresado su deseo de que sus niños tengan este estatus. Técnicamente, tanto a Archie como a Lilibet les corresponde ser príncipes por ser nietos de un monarca británico, según la patente de 1917 en la que Jorge V dictaminó que son altezas reales los hijos de los soberanos y los hijos de los hijos del Rey. 

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La misma fuente asegura que los Sussex invitaron a los reyes Carlos y Camilla así como a los príncipes de Gales, pero que no asistieron. Las relaciones a uno y otro lado del Atlántico no pasan por su mejor momento después de que a primeros de marzo se conociera que el jefe del Estado británico había tomado la decisión de desalojar de su casa británica de Frogmore Cottage a su hijo menor. Días después se confirmó que el príncipe Harry había recibido un correo electrónico de la oficina de su padre en el que se le invitaba a la coronación. 

Los que sí estuvieron presentes fueron la madre de Meghan, Doria Ragland, muy presente en la vida de sus nietos desde que se mudaron a los Estados Unidos, y Tyler Perry, padrino de Lilibet, así como una madrina de la que se desconoce su identidad. Perry fue visto llegando a Montecito la semana antes del bautizo procedente de su casa de Atlanta. 

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Después de que la pequeña recibiera el sacramento, todos los asistentes disfrutaron de una comida y de una tarde de baile, incluso Archie, el hermano mayor de la pareja que cumplirá el día de la coronación de su abuelo (6 de mayo) cuatro años, sacó a bailar a la homenajeada, según apunta la publicación.  

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La ceremonia tuvo muchos guiños que recordaban a la boda de Harry y Meghan como un coro de gospel formado por diez personas que cantó Oh Happy Day y This Little Light of Mine, la misma canción que se escuchó el 19 de mayo de 2018 cuando los Sussex se convirtieron en marido y mujer. La fiesta posterior también fue en Montecito, una villa de ensueño rodeada de inmensos jardines, situada en un lugar privilegiado y convertida en un verdadero búnker para evitar miradas ajenas. 

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Meghan estudió de niña en un colegio católico femenino, pero ha decidido junto con el príncipe Harry que sea bautizada en la fe anglicana para que no pierda su puesto en la línea de sucesión al trono británico. La sucesión en el Reino Unido se regula por el Acta de Unión, el Acto de Establecimiento y la Declaración de Derechos. Aquellos que hayan sido alguna vez católicos o que hayan nacido de padres que no hayan estado casados en el momento del alumbramiento, resultan eliminados de la sucesión a la Corona. Lilibet Mountbatten-Windsor ocupa el séptimo puesto en la sucesión al trono por detrás de su hermano, su padre, sus primos y el príncipe de Gales. 

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El bautizo de Archie, que tuvo lugar el 6 de julio de 2019, fue muy distinto al de su hermana pequeña, aunque sus padres nunca se han mostrado como dos personas muy religiosas, a diferencia de Isabel II que era una gran devota. Los duques de Sussex optaron por un acto sencillo, con 25 personas, y completamente privado que tuvo lugar en la capilla del Castillo de Windsor. Aunque intentaron hacerla a su manera, hubo ciertas tradiciones que sí que se mantuvieron como fue que el pequeño lució el faldón de encaje y seda de los Windsor y que el arzobispo de Canterbury fue en el encargado de derramar el agua sobre el pequeño. En aquella ocasión estuvieron Carlos y Camilla así como el príncipe Guillermo y Kate Middleton. Además, se compartieron imágenes oficiales del acontecimiento.