La boda vasca de Ane, la novia del vestido sencillo y el peinado especial

Tras 11 años de amor, nuestra protagonista se casó en un pueblo de Guipúzcoa. Su look encantará a las más románticas

Por Estrella Albendea

Como en cualquier otro ámbito de la vida, tener claro qué es lo que se quiere en cuanto al look de novia, es algo que agiliza la organización de una boda y permite a las prometidas estar más tranquilas. El vestido del gran día es un detalle importante, al que muchas prometidas dedican meses de análisis, mientras que otras parten de conceptos muy claros. Este último es el caso de Ane, una novia vasca con un precioso estilismo que siempre supo cuáles serían las claves de su diseño nupcial: “quería algo sencillo, liso, minimalista. Las mangas abullonadas eran un imprescindible”. Descubrimos su historia tras un bonito enlace celebrado en mayo con el que fue fiel a su personalidad; tanto que ha causado furor en la red.

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Boda en Guipúzcoa

Su enlace tuvo lugar en en la Parroquia de Santa Cruz, de Andoain, un pueblo de Guipúzcoa y la posterior celebración en Abeletxe, una finca ubicada en Zizurkil. “Fuimos a visitarla con más de un año de antelación y pese a que ese día llovía muchísimo, y todo gana cuando sale el sol, supimos que era el sitio perfecto para celebrar nuestro día”, nos explica ella misma. 

Para su enlace en el norte buscaba un vestido que ofreciera grandes posibilidades, apto para entretiempo. “Después de recorrer varios sitios, di con Anagram, en Bilbao. En cuanto me probé un par de diseños, supe que de allí salía con el vestido elegido. Me encantó todo lo que me probé de Isabel Núñez y en octubre tuve la oportunidad de conocerla. Entre ella y Patricia (Anagram), me ayudaron a decidir cómo sería mi vestido perfecto”, apunta.

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Fue así como dieron forma a un diseño de corte recto, estilo vaporoso, con capa y con detalles desmontables, para conseguir dos estilos en uno. “Me encantó la idea de poder quitarme parte del vestido inicial por la noche. No quería cambiarme de vestido, pero sí, que cambiara algo. Llevé un sobrevestido en organza hasta la cintura por la parte de delante, que por la noche me quité para quedarme con el vestido sin mangas en crepé satinado”, señala.

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Complementos con historia

Además de un diseño muy favorecedor, contó con unos accesorios que añadieron espectacularidad a la propuesta. Unos pendientes familiares y unas sandalias, regalo de sus primas, destacaban en el look: “Eran unos rosetones de diamantes antiguos que pertenecían a una tía de mi abuelo. Mi madre y dos tías mías también los llevaron el día de su boda. Las arras también era familiares. Prácticamente toda mi familia materna se ha casado con las mismas arras. Mis primas Nerea y Miren me regalaron unas sandalias de Aquazzura que me encantaron”. Cuenta Ane que al principio no estaba segura de llevar sandalias, al ser una boda de mayo en el norte, pero tras ver las fotografías reconoció que acertó.

El otro detalle que marcó su estilismo fue un ramo espectacular al que dio muchas vueltas. Después de bucear en la red y de guardar un gran número de imágenes, terminó por decantarse por los tonos verdes y blancos. “Con esa idea fui a Izaskun (Flowers&Co). Además, le añadí una cinta azul con la virgen de La Milagrosa, que no podía faltar. Después, le regalé mi ramo a mi prima Nerea, una persona muy importante en mi vida, con la que he compartido todo”, relata.

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Peinado con flores

La magia del enlace llegó también hasta su peinado, porque Ane se dejó enamorar por una de las tendencias de la temporada: las flores en el pelo. “Quería un maquillaje natural y un peinado con el que no me viera disfrazada. No tenía nada claro como quería llevar el pelo hasta el día de la prueba. Me encantó el detalle de incorporar paniculata al peinado”, reconoce.

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La magia del norte

Con un estilismo tan especial, la boda tenía que ser el reflejo de la personalidad de los novios y así fue. El pasado 14 de mayo y después de 11 años de amor, la pareja se dio el ‘sí, quiero’ en la misma parroquia en la que se casaron 34 años antes los padres de la novia. “Es una parroquia pequeña y acogedora, era perfecta”, define Ane. El gran día llegó después de una petición de matrimonio en enero de 2021: “un día antes de que decretaran el confinamiento municipal en Euskadi, por lo que no pude contárselo a mis padres hasta pasados dos meses, cuando por fin pudimos vernos”.

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Fue entonces, cuando ambas familias fueron conocedoras de la noticia, cuando se pusieron manos a la obra con los preparativos. “En ese primer momento nos dimos cuenta de las dificultades que podíamos llegar a tener para casarnos en 2022, ya que muchas de las bodas de los dos años previos habían sido pospuestas. Aún así, tuvimos mucha suerte y pudimos tener con nosotros a los proveedores que más nos habían gustado”, recuerda. De hecho, para decorar los espacios de la iglesia confiaron en Izaskun, de Flowers&Co, que dispuso un arco floral en la puerta y otros detalles, y acertaron de lleno: “el comentario general de la gente tras la boda fue que nunca habían visto la iglesia tan bonita”. 

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Es precisamente esa sensación de haber hecho bien las cosas la que recuerdan como lo más especial de aquel día. “Lo mejor fue ver a toda la gente que queremos y apreciamos junta y disfrutando”, dice. Porque si Ane tuviera que aconsejar a los novios que se casan próximamente solo podría recomendarles que disfruten del día como si no hubiera un mañana: “Que salten, rían y bailen como nunca y disfruten de toda la gente que les rodea. Que se olviden de todos los detalles que durante meses les habrán preocupado, porque seguro que todo sale bien. Si los novios disfrutan y se lo pasan bien, el resto también, el buen rollo se contagia”. Y eso, dice nuestra protagonista, es lo más importante. Lo demás es secundario.