¿Tu perro podría tener un TOC?

Cuando ves a tu perro demostrando una actitud repetitiva: excavando obsesivamente o dando vueltas sobre sí mismo, tal vez te preguntas si existe en perros lo que en humanos llamamos ‘trastorno obsesivo compulsivo’.

Por David Navarro

Los perros se han convertido en la mascota más popular en todo el planeta, son los animales que dan compañía al ser humano incluso muy por encima de los gatos, y esto se debe indudablemente a la gran empatía que demuestran con las personas, su intenso interés en formar parte de nuestra realidad. Y tanto es así, que incluso estos animales pueden llegar a desarrollar un comportamiento similar al TOC humano, es decir: trastorno obsesivo compulsivo.

Este descubrimiento científico ha sido desarrollado por investigadores españoles mediante un estudio de la AVEPA (Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales), que ha concluído que los perros también sufren síntomas de TOC, tanto en su comportamiento como en los rastros que dejan estas acciones en su pelaje.

Pero antes de entrar en los motivos conviene explicar qué es un TOC: se trata de un estado mental que nos fuerza a repetir una serie de patrones físicos o de pensamiento, sin que lo pretendamos, es decir: sin que exista un un motivo real de necesidad, por lo que se trata de actos o pensamientos no deseados, que a su vez son repetitivos, por lo que dificultan nuestro día a día, porque interfieren en nuestra libertad, lo que a medio-largo plazo genera sufrimiento emocional y graves problemas para mantener una rutina libre.

¿Cómo comienza a mostrarse?

De la misma manera que ocurre en humanos, los perros desarrollan este trastorno de forma gradual. Se trata de un proceso lento que va cogiendo “el control” de su voluntad hasta que ciertos comportamientos se convierten en hábitos, y éstos quedan patentes para nosotros como actos compulsivos.

Uno de los problemas para determinar que un perro está padeciendo TOC es que, efectivamente, los perros tienen un comportamiento distinto al del ser humano, y muchas de sus acciones no nos quedan claras, ya de por sí son difíciles de valorar y se camuflan con todas las “manías” de perro habituales. Muchos de los comportamientos de los canes son atávicos, es decir: vienen heredados de otras épocas en las que sus necesidades eran diferentes, y sin embargo siguen comportándose así.

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¿Cómo diferenciar un instinto atávico de un TOC?

El trastorno obsesivo compulsivo tiene dos indicadores muy importantes. Es obsesivo porque no podemos sacarlo fácilmente de nuestra mente, se prioriza en nuestra cadena de pensamiento y limita el acceso a otras ideas porque se convierte en lo más importante, por encima de cualquier otra necesidad, deseo o mandato. 

Es decir, un TOC, bien sea en animales o en humanos, es algo que irrefrenablemente no podremos evitar, aunque nuestra necesidad real, e incluso urgente, nos dicte que no es lo indicado. Es un impulso, no atiende a razones, no tiene porqué ser lógico, y muchas de las veces es prácticamente imposible comprender el motivo originario.

Por ejemplo, en seres humanos un TOC muy habitual es tener que tocar el suelo con uno de los pies antes de levantarnos por la mañana, y hacerlo siguiendo un patrón determinado, por ejemplo: dos toques a la derecha, y dos toques a la izquierda, tomando como referencia la situación de las zapatillas, que deben estar alineadas de forma rigurosa en un ángulo de 90º con la cama. ¿Te suena que tu perro haga algo así?

Claro, los perros no son tan milimétricos, pero desarrollan “manías” como, por ejemplo, excavar en cierta zona, incluso de la propia casa (donde hay baldosas imposibles de traspasar). Este impulso te recordará al acto que ejercen cuando hay petardos o cohetes pirotécnicos cercanos, una de sus típicas compulsiones es cavar, los perros pueden reproducir ese acto ilógico durante todos los fuegos e incluso varias horas después.

Los impulsos relacionados con un TOC en perros están relacionados generalmente con traumas: situaciones estresantes que no han logrado canalizar y que, de alguna forma, se les quedan activadas y en suspensión dentro de su cadena de pensamiento habitual. Los canes no tienen un pensamiento racional, es decir, no pueden elegir voluntariamente qué acción ejercer dentro de una consciencia interior que les facilite sopesar su voluntad de manera ordenada y voluntaria. Por ese motivo, los TOC en animales son mucho más agresivos, porque su mente no logra discernir los motivos.

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Motivos y comportamientos típicos del TOC canino

Aunque los traumas devenidos de situaciones estresantes son el motivo principal para que los perros desarrollen trastornos obsesivos compulsivos, lo cierto es que el sedentarismo no pone fácil la recuperación, sino que la agrava y es casi en sí mismo un motivo para desarrollarlo. 

Cuando un perros vive una situación estresante o traumática, la mejor medicina para su mejoría es la interacción con otros animales y vivir otras experiencias que le ayuden a madurar y a digerir lo ocurrido. Dado que los animales no tienen memoria recreativa y, tampoco pueden razonar los acontecimientos vividos, el hecho mismo de vivir nuevas experiencias es su manera de crecer mentalmente: de madurar y fortalecerse.

Los perros domésticos, generalmente, viven una rutina previsible, lo que les induce a repetir todos los días, a las mismas horas, los mismos actos: misma hora en la que la casa se pone en pie, misma comida, mismos humanos, misma soledad, mismos sonidos exteriores, mismos olores, mismo tiempo de descanso… Poca sorpresa. Pero es que, además, los perros son animales que buscan patrones y se obsesionan ya de por sí con ellos. Tienen su propio reloj interno que les ayuda a replicar y “predecir” el futuro, analizan los hechos buscando siempre su repetición. Por tanto, los perros son carne de cañón para sufrir TOC si su mundo es muy pequeño.

Cuando una situación extrema, estresante o traumática las aqueja, pueden iniciar su asimilación de forma errónea, por ejemplo: mordiéndose la cola, escarbando, chupando un objeto, dando vueltas sobre sí mismos… Y esos actos se pueden convertir en patrones, repitiéndolos de forma irrefrenable.

Por tanto, la mejor forma de iniciar un cambio en un toc canino es romper con las rutinas, fomentando un contra-hábito, y abriendo su dimensión mental a una serie de estímulos nuevos que minimicen la prioridad de los TOC: interactuar con otros animales, estimular al perro con nuevos lugares, olores, juegos… Cambiar objetos, la distribución de ciertas zonas de la casa, etc. Sin embargo, cuidado: los cambios no deben ser muy radicales, pues en los perros el cambio de ciertas variables de su vida pueden producir, otra vez, un estrés añadido que no favorece su recuperación.

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