Fresco, muy cremoso, dulzón aunque con ciertos toques ácidos… Son algunas de las características del rico mascarpone, una delicia nacida en el norte de Italia (en la región de Lombardía), muy apreciada y popular también fuera de las fronteras del país transalpino. Lo que quizá no todo el mundo conoce es que, en el sentido más estricto, el mascarpone no es técnicamente un queso. ¿La explicación? Los quesos se elaboran mediante un proceso en el que la leche, ya sea de vaca, cabra u oveja, se mezcla con un cuajo de origen animal (para llegar después a la cuajada y separar la nata de la leche). Sin embargo, el mascarpone es el resultado de añadir un cultivo de bacterias a la nata extraída de la leche que usa en la fabricación del Parmesano. De modo que su proceso es, en realidad, más similar al de un yogur que al de un queso.
Sea como fuere, lo cierto es que este producto lácteo nos vuelve locos; no sólo como elemento imprescindible para la preparación del célebre tiramisú (y sus múltiples versiones), sino también como ingrediente para otros muchos postres. Y es que el mascarpone funciona fenomenal en el terreno goloso: magdalenas, bizcochos, postres con chocolate, con frutas… Hay mucha vida más allá del tiramisú para el mascarpone, y estas recetas que os mostramos aquí debajo dan buena muestra de ello. Para acceder a su modo de elaboración solo tienes que pulsar sobre sus nombres.
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