Carolina de Mónaco

Fue, es y será una de las princesas más bellas de Europa. Hija mayor del príncipe Rainiero de Mónaco y la irremplazable Grace Kelly, heredó todo el glamour y la elegancia de su madre, pero también la responsabilidad y el deber de ambos para representar a Mónaco. Icono atemporal de estilo, Carolinas de Mónaco no hay dos.

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23 Enero 1957

Montecarlo, Mónaco


Página oficial: https://www.palais.mc/
Horóscopo : Acuario

La vida de Caroline Louise Marguerithe Grimaldi Kelly, más conocida como Carolina de Mónaco, se halla indisolublemente unida a un pequeño Estado de Europa, Mónaco. Cuando su madre, la princesa Grace, murió en un accidente automovilístico en 1982, ella se convirtió en la nueva primera dama del pequeño principado y a petición de su padre, el príncipe Rainiero, asumió varios cargos de importante responsabilidad, incluidos los que ocupa en la Fundación Princesa Grace y la Cruz Roja.

Una vida marcada por la muerte de su madre, Grace Kelly

"Después de la muerte de Grace ocurrió un milagro", dijo el príncipe Rainiero al año siguiente. "La princesa Carolina se puso en el lugar de su madre. Tiene el mismo espíritu que su madre. La forma en que maneja los trabajos que le he encomendado es una fuente de gran satisfacción para mí".

Carolina, que nació el 23 de enero de 1957, fue muy consciente de sus responsabilidades desde muy joven y asumió con diligencia su destino. "Me criaron con un sentido del deber, la obediencia y... la culpa", dijo una vez sobre su infancia. "Lo que tenía que hacer siempre estuvo antes que lo que quería hacer".

Extremadamente bella y elegante su rostro ha iluminado cientos de portadas de revistas del mundo entero, pero su vida no ha sido todo lo onírica que hubiera debido ser. La fatalidad se ha topado en más de una ocasión con una Princesa que a pesar de ser como el ave fénix y haber resurgido de sus cenizas varias veces también ha tenido que mirar a la desgracia a los ojos en sucesivas ocasiones.

Aquella niña guapa a rabiar, que vio nacer tras ella a su hermano, el príncipe Alberto, un año menor que ella, y a su hermana la princesa Estefanía que vino al mundo cuando ella tenía ocho años, siempre lucía impecable en cada una de sus apariciones y fueron muchos los que vieron en ella a la heredera de la elegancia de su madre. Sin embargo, con los años este glamour que rodeaba todo lo que tocaba se vio roto por una cadena de acontecimientos que parecían no tener fin.

¿Con quién se casó la princesa Carolina?

Cuando la novia de Europa salió de palacio (y de la atenta mirada de una madre exigente y tierna), se marchó rumbo a París para estudiar Filosofía. El ambiente universitario, y las fiestas en la noche, la hicieron conocer a Phillippe Junot. Se casó el 29 de junio de 1978 ante la atenta mirada de seiscientos invitados, incluidos los viejos amigos de su madre, Gregory Peck y Frank Sinatra. Pero lo que ellos presuponían un "felices para siempre" duró poco y dos años más tarde, se rompió aquel matrimonio del que más de uno había realizado ya la crónica de una separación anunciada.

La desaparición de los seres queridos

Cuando la joven Princesa apenas lograba superar su separación y como hemos señalado anteriormente, un terrible accidente de tráfico acabó con la vida de su madre, la muy querida Grace de Mónaco. Era el 13 de septiembre de 1982. Y la familia real monegasca sintió que algo se había roto definitivamente. Para siempre.

Carolina supo ver que a pesar de la tragedia, la vida continuaba y sus ganas de vivir podían ayudar a su padre, el príncipe Rainiero, hundido por la muerte de su mujer, a continuar ejerciendo su papel de rey de Mónaco. La Princesa, tras una breve relación con Robertino Rossellini y Guillermo Vilas, volvió a encontrar el amor de la mano del multimillonario italiano Stefano Casiraghi, a quien había conocido en una discoteca de Montecarlo. Se casaron por lo civil el 29 de diciembre de 1983. Tuvieron tres hijos: Andrea Alberto Casiraghi (8 de junio de 1984) quien lleva el nombre de un amigo de su padre que había muerto en un accidente; Carlota (3 de agosto de 1986); y Pierre (5 de septiembre de 1987). Entonces volvió a ocurrir. La muerte asaltó el corazón de Carolina y la dejó sin su marido el 3 de octubre de 1990. Stefano luchaba en la mar por convalidar su título de campeón del mundo de off-shore. Una ola traicionera acabó con su vida.

Carolina sacó fuerzas de lo más profundo de su ser por sus hijos (el mayor, Andrea, quedó tan impresionado por la muerte de su padre que hubo de ser tratado psicológicamente). Se retiró de la vida social y vivió en la Provenza con sus hijos. En estos años mantuvo una estrecha relación con el actor francés Vincent Lindon. Poco a poco el dolor se fue mitigando y Carolina volvió a resurgir como princesa de Mónaco, papel que nadie olvidó que le correspondía a ella.

Su matrimonio con el príncipe Ernest -August de Hannover

En 1999 rehízo su vida junto a un amigo de toda la vida el príncipe Ernest -August de Hannover, descendiente directo del rey Jorge III, y duque de Brunswick y Luneburg, quien por aquel entonces estaba casado con Chantal Hochuli y tenía dos hijos. Ernest y Carolina se casaron en una tranquila ceremonia civil el día de su 42 cumpleaños en enero de 1999, convirtiendo a la princesa monegasca en Princesa de Hannover.

Tras este enlace, el 20 de julio de ese mismo año, la pareja dio la bienvenida a su hija Alejandra, quien supuso una inyección de alegría en la ajetreada vida de la Princesa.

Muerte del príncipe Rainiero

Sin embargo la pérdida de otro ser querido, su padre, le sorprendería tan solo seis años después. El príncipe Rainiero, a punto de cumplir 82 años, fallece el 6 de abril de 2005 por "degradación progresiva de sus funciones vitales". Tras tres meses de luto oficial, en julio de 2005, Alberto de Mónaco se sienta al frente del diminuto estado mediterráneo, convirtiéndose así en el trigésimo primer Grimaldi que accede al trono detentado por su familia desde hace 700 años.

Carolina, quien ejerce el papel de primera dama del Principado, sufriría en los años posteriores una pérdida más y una nueva separación. La primogénita pone fin a su matrimonio con Ernest de Hannover en el año 2009 aunque no emiten ningún comunicado oficial sobre esta separación, a pesar de que el Príncipe de Hannover abandona el hogar conyugal. Según la prensa alemana, la Princesa habría llegado a un pacto con los hijos mayores de Ernest, con los que mantiene una excelente relación -son hermanos de su hija Alejandra- a fin de preservar el patrimonio familiar.

En 2010, Carolina de Mónaco se despide de uno de sus grandes seres queridos, su tía, la princesa Antoinette, quien fallecería en marzo de dicho año a los 90 años de edad tras una larga hospitalización en el Centro médico Princesa Grace.

Un año después de esta despedida, el glamour regresa a Mónaco con la boda de su hermano, el príncipe Alberto II de Mónaco con la nadadora sudafricana Charlene Wittstock. La pareja se dio el `sí, quiero’ el 2 de julio de 2011 en una espectacular ceremonia religiosa, un día después de su enlace civil. Las miradas de Carolina ,ocupando una posición privilegiada, reflejaban su inmensa felicidad por ver a su hermano dar este importante paso.

A pesar de que tras la llegada de la princesa Charlene muchos de sus actos se vieron reducidos, y Carolina siempre ha mostrado ser uno de los principales apoyos de su hermano como quedó demostrado en 2021 cuando la sudafricana tuvo que ausentarse del Principado debido a unos problemas de salud.

Abuela de siete nietos

Pero además de Princesa, madre y hermana ejemplar, Carolina también es abuela de siete nietos por los que siente auténtica pasión y con los que intenta pasar todo el tiempo posible. Tres son hijos de su primogénito Andrea y nuera Tatiana Santo Domingo; dos de su hija Carlota, uno de una primera relación con Gad Elmaleh y otro de su con Dimitri Rassam; y otros dos nietos por parte de su hijo menor, Pierre y su mujer Beatrice Borromeo.

El estilo de Carolina de Mónaco

No es ningún secreto que Carolina de Mónaco siempre ha sido un icono de estilo. Ya sea con elegantes atuendos de fiesta o en su día a día siempre ha destacado por su inigualable estilo, tan único como atemporal. De hecho cuando solo tenía 12 años The New York Times ya publicó un reportaje sobre sus abrigos de piel de armiño.

Visionaria de la moda fue musa de muchos diseñadores, como de la Maison Chanel, especialmente durante la etapa en la que la casa estuvo gobernada por Karl Lagerfeld desarrolló un vínculo especial. Ella para él era su gran embajadora y él para ella su gurú. Gracias a él, se convirtió en una de las royals más innovadoras y con un estilo que se convirtió en referente internacional, consiguiendo que muchas de sus elecciones conjuntas hicieran historia.