Pauline Ducruet, una 'princesa' monegasca en el festival más alocado del mundo

La hija de Estefanía de Mónaco acudió a Burning Man, una fiesta en el desierto de Nevada que atrae a muchos jóvenes de la 'jet set' internacional

Por Martín Bianchi

Black Rock City, una ciudad efímera y perdida en el mortífero desierto de Nevada, existe al margen de la ley. Allí no hay gobierno, ni tiendas, ni hoteles, ni comida, ni agua, ni dinero. En Black Rock City no se reconoce la autoridad, ni las clases sociales y, mucho menos, los títulos nobiliarios. Quizá ese sea el encanto de este espejismo sociológico. Cada año, miles de jóvenes de la jet set internacional se instalan durante unos días en esta ciudad imposible para celebrar Burning Man (que quiere decir, literalmente, ''el hombre que arde''), el festival de música y arte más alocado del mundo.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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La primera semana de septiembre, los controladores aéreos de los aeropuertos de Reno y Las Vegas suelen tener más trabajo que de costumbre guiando a los jets privados que vienen de todas partes del mundo cargados de las nuevas generaciones de la aristocracia y la plutocracia. Por sus apellidos los conoceréis: Eugenie Niarchos, Alexander Lebedev y Elena Perminova, Bianca Brandolini d’Adda, Cara y Poppy Delevingne, Paris Hilton… todos ellos se juntan y viven durante unos días en tiendas de campaña, subsistiendo gracias al trueque en los vestigios de un lago. La experiencia se acerca más a una escena posapocalíptica de Mad Max que a un festival.

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Este año, Burning Man ha contado con una auténtica princesa. Pauline Ducruet, hija de Estefanía de Mónaco, participó en el festival y compartió algunas instantáneas de esta vivencia psicodélica en su cuenta de Instagram. A sus 24 años, Pauline se ha convertido en toda una prescriptora de tendencias en las redes sociales. Casi 50.000 personas la siguen a diario por las calles de París, Monte-Carlo, Nueva York… y Black Rock City. En pocas semanas, la sobrina de Alberto II será la anfitriona del Influencer Award Mónaco, una ceremonia que premiará a los reyes de la era digital.

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Vestida como una auténtica heroína distópica, Pauline cumplió con todas las reglas de oro que gobiernan el universo Burning Man: ''la autosuficiencia radical'' -ella, como el resto de participantes, fue preparada y llevó lo necesario para subsistir en un lugar tan potencialmente hostil y remoto como el desierto-, “la autoexpresión radical” -accedió a disfrazarse y se expresó libremente a través del arte-, y “el rastro cero” -el festival busca promover una atmósfera en la que los participantes tengan cuidado de no dejar basura, o de recogerla en caso de encontrarla-.

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Al igual que su tío, el Príncipe Alberto, Pauline está muy involucrada en cuestiones medioambientales. A comienzos de este año, por ejemplo, participó en el Rallye Aïcha des Gazelles, en el desierto de Marruecos, el único rally del mundo en el que solo compiten mujeres. Y lo hizo en un vehículo 100% ecológico.

La hija de Estefanía de Mónaco también está muy interesada en la sostenibilidad aplicada a su gran pasión: la moda. Tras pasar unos días en Burning Man, viajó a Nueva York para asistir a la Semana de la Moda de la ciudad de los rascacielos. Estuvo en la primera fila de los desfiles de Tom Ford, Oscar de la Renta y en el lanzamiento de la línea de joyas de Gigi Hadid para Messika, donde seguramente tomó nota de ideas para el futuro. Tal como adelantó a The Daily Front Row, está pensando en lanzar su propia línea de ropa.

“Estoy trabajando en la creación de mi marca”, anunció. “Es mucho trabajo. No sabía que iba a ser tan difícil. Pero soy muy perseverante. Realmente, esto es lo que quiero hacer”. La moda necesita una nueva reina y la ''princesa'' Pauline ha nacido para ocupar ese trono.