El vestido de Carmen, la novia que se dejó seducir por la Alta Costura

La diseñadora Marcela Mansergas supo plasmar la esencia de Valentino y Giambattista Valli en un imponente diseño con volantes de tul y velo de red

Por María Calvo

La Alta Costura es la moda en su máxima expresión y son muchos los grandes diseñadores que se afanan por hacer de ella el testimonio más sublime de la pasarela. Son trajes que hay que saber defender, interpretar y con los que tienes que sentirte una gran privilegiada por llevar algo único. Eso es, precisamente, lo que quiso conseguir la protagonista de esta historia al ponerse en manos de Marcela Marsergas para hacer realidad el diseño nupcial con el que siempre había soñado. Fue entonces cuando el espíritu de la Haute Couture se apoderó de su atelier y cumplió el sueño de Carmen, la novia que quiso plasmar las propuestas de grandes maestros de la costura en el vestido más importante de su vida, tal y como ha querido compartir con Hola.com.

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Carmen se reconoce una gran admiradora de la Alta Costura. A la hora de ponerse 'manos a la obra', tenía claras sus influencias y la línea general que seguiría su look nupcial. "La inspiración inicial fue Valentino y su impresionante trabajo con el tul, pero cuando vi el desfile de Giambattista Valli en París me marcaron todas las locuras que hizo con este tejido. Me enamoré de sus faldas exageradas, de sus velos de red de pescador, de los capeados...", asegura. Una elegancia moderna basada en dos grandes de la pasarela. La fórmula para llevarlo a cabo se la dio Marcela Mansergas gracias a esa facilidad innata para hacer fácil lo difícil. "Sabía que era la persona adecuada para aterrizar mis ideas y ayudarme a diseñar mi vestido. Vi su currículum y su experiencia con anterioridad y supe que tenía el conocimiento para conseguirlo".

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Dicho y hecho. A lo largo de las diferentes pruebas de vestuario la diseñadora dio muestras de su tenacidad y de una creatividad sin límites que le hizo estar abierta a nuevas ideas en todo momento. "Se tomo mi vestido como un aprendizaje diario y por eso fue un diseño tan pensado". Y es que Carmen no buscaba un vestido que favoreciese a su cuerpo. Buscaba 'el vestido' en mayúsculas. Marcela y su equipo supieron jugar con las ideas que ella tenía en la cabeza y materializarlas en forma de un imponente modelo donde el tul se hizo el protagonista. "Ellos sabían cómo se comportaba la tela y los detalles que el vestido necesitaba. Por ejemplo, el corsé que se hacía ver entre los tules del pecho y el drapeado de la espalda que le daba ese toque de Alta Costura fueron ideas de Marcela. Me encantaron".

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Carmen reconoce no ser muy amiga de los accesorios y, en un principio, no se planteó ni siquiera el uso del tradicional velo, ya que tan solo quería centrarse en el vestido. Sin embargo, tuvo que cruzarse con una imagen del desfile de Giambattista Valli en Instagram para que surgiera el flechazo. "Al ver la propuesta del diseñador, supe que si tenía que llevar velo sería ese. Fue amor a primera vista. Un diseño de red rompía con el romanticismo y la estética de bailarina del vestido. Le daba el toque cañero y moderno a un conjunto que me define. Elegante, cañera, transgresora".

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A medida que avanzaban juntas en el diseño, él mismo fue demandando sus propias necesidades en cuanto al peinado o los zapatos que iba a necesitar. De este modo, eligió las sandalias Tribute de Yves Saint Laurent, todo un clásico del territorio nupcial, en color rosa terciopelo. En cuanto a las joyas, tan solo llevó unos pendientes de diamantes y esmeraldas que le regaló su suegra en la pedida de mano, firmados por un joyero antiguo. Los pudo lucir en todo su esplendor gracias a un recogido pulido en moño bajo del que prendía su imponente velo.

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Como ella misma reconoce "no soy muy de accesorios, ¡soy más de prendas!", tanto que hasta quiso prescindir del clásico ramo de flores. Conseguir que llevara uno fue gracias a la insistencia de su madre (que aparece con ella en la imagen superior). "En mi boda me empecé a plantear el por qué de las cosas y el ramo fue uno de los detalles a los que no le encontré una razón, por lo que quise prescindir de él. Sin embargo, fue ella la que me convenció y lo diseñó. Era un ramo silvestre que recordaba a la primavera en el campo, con pinceladas de amarillo y verde. Muy alegre, ¡como es ella!".